miércoles, 11 de abril de 2012

> Dime la plataforma por la que chateas y te diré quien eres




La convergencia mediática es uno de los grandes retos de la era digital donde en una misma plataforma, convergen tecnologías varias. Los grandes avances en el campo de las TICs generan cambios en los hábitos sociales y económicos en un entorno donde desaparecen las fronteras entre medios masivos y servicios de comunicación como el teléfono, la televisión, la radio, el ordenador e Internet, entre otros.  No sólo es la aparición de una serie de servicios que combinan formatos; si no que puede entenderse también como un fenómeno con múltiples dimensiones tecnológicas, económicas, sociales y políticas. Se trata de entender sus aplicaciones, perspectivas y trascendencia.


Hnry Jenkins, el autor de Convergence Culture, establece que “con convergencia me refiero al flujo de contenido a través de múltiples plataformas mediáticas, la cooperación entre múltiples industrias mediáticas y el comportamiento migratorio de las audiencias mediáticas, dispuestas a ir casi a cualquier parte en busca del tipo deseado de experiencias de entretenimiento”.  La nueva circulación de los contenidos mediáticos –sigue defendiendo Jenkins-  depende de la participación activa de los consumidores “[…] La convergencia representa un cambio cultural, ya que anima a los consumidores a buscar nueva información y a establecer conexiones entre contenidos mediáticos dispersos”. La plena convergencia digital genera un acceso a la información en tiempo real en cualquier lugar del mundo, así como la posibilidad de comunicarse con alguien dondequiera que se encuentre y poder producir y trasmitir contenido en la red para compartirlo.  Parece no existir límites tecnológicos, si no, nuevas posibilidades en la producción y distribución de contenidos.

La convergencia digital ha contribuido de manera sensible a otro tipo de convergencia: la cultural. Transforma los estilos de vida, la mentalidad socio-cultural y genera ciertas referencias compartidas. La forma de comunicación ha cambiado desde llamar por una telefonía fija a mandar un ‘wasap’ para decir algo a alguien que ya no esta en una ubicación predeterminada.  Sin embargo, las enormes diferencias internacionales en cuanto a la desigualdad de  acceso a esta nueva tecnología, han creado el concepto de brecha digital.  Cabe destacar que la diferencia no sólo es entre países, si no que también generacional.

Los cambios tecnológicos son decisivos para el funcionamiento cognitivo de los sujetos y exige a los no nativos o inmigrantes digitales (gente entre 35 y 55 años) el desarrollo de una serie de habilidades y destrezas nuevas para poder adaptarse a las nuevas posibilidades tecnológicas y resolver su complejidad.  Como escribe Lorenzo Vilches en su libro ‘La migración digital’, “ la singularidad es precisamente la digitalización de la cultura (especialmente juvenil) en las dos últimas dos décadas y más particularmente en los últimos 5 años en los países desarrollados. Los chicos que hoy tienen entre 5 y 15 años son la primera generación mundial que ha crecido inmersa en estas nuevas tecnologías. Han pasado toda su vida rodeados de computadoras, videojuegos y el resto de los gadgets y aplicaciones digitales”. Así, frente a los nativos que ya nacen con el nuevo software, los no nativos tienen que actualizarse. Muchas personas mayores que vieron la TV en blanco y negro, han pasado toda su vida en un constante cambio tecnológico viendo como una tecnología se queda obsoleta y florecen otras. La adaptación exige un esfuerzo que con la edad se acrecienta y ralentiza, pero no impide. Hay quien quiere ser partícipe de ella y quien prefiere seguir con la que ya sabe manejar.

Como vemos en el vídeo del principio, los hijos regalan un Ipad al padre y este no sabe qué es y lo utiliza como él cree, como una ‘tablet’, una tabla para cortar la verdura. Un ejemplo muy gráfico de lo comentado antes.

Antes la gente nacía con una peonza bajo el brazo. A medida que la tecnología avanzaba, nacían con una tele, con un vídeo, con Internet, con un móvil, con un DVD, con una pantalla plana hasta llegar a los smartphones y ‘tablets’. La fenomenología de las pantallas son un territorio para la gratificación sensorial “el nuevo capitalismo no busca avasallar sino hacer amigos, no pretende ser encantador… Su mayor facultad no es vencer, sino vender” (V.Verdú).   Ya dijo Bill Gates antes de retirarse que “nuestros salones -antes llamados cuarto de estar, luego cuarto de ver, ahora un rincón más del entorno multipantalla doméstico-  serían grandes supermercados”.

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La convergencia mediática es uno de los grandes retos de la era digital donde en una misma plataforma, convergen tecnologías varias. Los grandes avances en el campo de las TICs generan cambios en los hábitos sociales y económicos en un entorno donde desaparecen las fronteras entre medios masivos y servicios de comunicación como el teléfono, la televisión, la radio, el ordenador e Internet, entre otros.  No sólo es la aparición de una serie de servicios que combinan formatos; si no que puede entenderse también como un fenómeno con múltiples dimensiones tecnológicas, económicas, sociales y políticas. Se trata de entender sus aplicaciones, perspectivas y trascendencia.


Hnry Jenkins, el autor de Convergence Culture, establece que “con convergencia me refiero al flujo de contenido a través de múltiples plataformas mediáticas, la cooperación entre múltiples industrias mediáticas y el comportamiento migratorio de las audiencias mediáticas, dispuestas a ir casi a cualquier parte en busca del tipo deseado de experiencias de entretenimiento”.  La nueva circulación de los contenidos mediáticos –sigue defendiendo Jenkins-  depende de la participación activa de los consumidores “[…] La convergencia representa un cambio cultural, ya que anima a los consumidores a buscar nueva información y a establecer conexiones entre contenidos mediáticos dispersos”. La plena convergencia digital genera un acceso a la información en tiempo real en cualquier lugar del mundo, así como la posibilidad de comunicarse con alguien dondequiera que se encuentre y poder producir y trasmitir contenido en la red para compartirlo.  Parece no existir límites tecnológicos, si no, nuevas posibilidades en la producción y distribución de contenidos.

La convergencia digital ha contribuido de manera sensible a otro tipo de convergencia: la cultural. Transforma los estilos de vida, la mentalidad socio-cultural y genera ciertas referencias compartidas. La forma de comunicación ha cambiado desde llamar por una telefonía fija a mandar un ‘wasap’ para decir algo a alguien que ya no esta en una ubicación predeterminada.  Sin embargo, las enormes diferencias internacionales en cuanto a la desigualdad de  acceso a esta nueva tecnología, han creado el concepto de brecha digital.  Cabe destacar que la diferencia no sólo es entre países, si no que también generacional.

Los cambios tecnológicos son decisivos para el funcionamiento cognitivo de los sujetos y exige a los no nativos o inmigrantes digitales (gente entre 35 y 55 años) el desarrollo de una serie de habilidades y destrezas nuevas para poder adaptarse a las nuevas posibilidades tecnológicas y resolver su complejidad.  Como escribe Lorenzo Vilches en su libro ‘La migración digital’, “ la singularidad es precisamente la digitalización de la cultura (especialmente juvenil) en las dos últimas dos décadas y más particularmente en los últimos 5 años en los países desarrollados. Los chicos que hoy tienen entre 5 y 15 años son la primera generación mundial que ha crecido inmersa en estas nuevas tecnologías. Han pasado toda su vida rodeados de computadoras, videojuegos y el resto de los gadgets y aplicaciones digitales”. Así, frente a los nativos que ya nacen con el nuevo software, los no nativos tienen que actualizarse. Muchas personas mayores que vieron la TV en blanco y negro, han pasado toda su vida en un constante cambio tecnológico viendo como una tecnología se queda obsoleta y florecen otras. La adaptación exige un esfuerzo que con la edad se acrecienta y ralentiza, pero no impide. Hay quien quiere ser partícipe de ella y quien prefiere seguir con la que ya sabe manejar.

Como vemos en el vídeo del principio, los hijos regalan un Ipad al padre y este no sabe qué es y lo utiliza como él cree, como una ‘tablet’, una tabla para cortar la verdura. Un ejemplo muy gráfico de lo comentado antes.

Antes la gente nacía con una peonza bajo el brazo. A medida que la tecnología avanzaba, nacían con una tele, con un vídeo, con Internet, con un móvil, con un DVD, con una pantalla plana hasta llegar a los smartphones y ‘tablets’. La fenomenología de las pantallas son un territorio para la gratificación sensorial “el nuevo capitalismo no busca avasallar sino hacer amigos, no pretende ser encantador… Su mayor facultad no es vencer, sino vender” (V.Verdú).   Ya dijo Bill Gates antes de retirarse que “nuestros salones -antes llamados cuarto de estar, luego cuarto de ver, ahora un rincón más del entorno multipantalla doméstico-  serían grandes supermercados”.

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